Los juegos son la forma más elevada de la investigación – Albert Einstein
La sociedad actual, con su ritmo vertiginoso, tecnología avanzada, libre comercio, modos de consumo; está pensada para que coexistan en ella obreros o dueños de un capital considerable.
Quien posee el capital posee no sólo la riqueza monetaria sino la riqueza espiritual del ser. Pues son dueños de los sueños y los deseos humanos, controlan las posibilidades de elección individual.
Cada vez menos tiempo de pensarse a sí mismo o en sí mismo, pues el peso del día está cargado de necesidades consideradas equívocamente vitales.
El trabajo trae consigo la necesidad y el miedo, necesidad de consumo y miedo de no poseer lo suficiente para consumir.
Factores determinantes que obligan a repensar y transformar la escuela como un espacio lúdico en donde los estilos de aprendizaje despierten en el ser humano su conciencia, favorezcan su propio ritmo y estimulen en sí mismos autonomía y capacidad creadora y crítica. Una educación para pensar, no para obedecer.
Se hace vital y urgente despertar en el estudiante – maestro la reflexión y el interés por la experiencia, por la práctica vivencial.
Vemos con demasiada seriedad el mundo y la risa irrita a la seriedad. A la escuela se va a vivir, la escuela no puede aislar al niño de su accionar vital, ni coartar el contacto directo con los otros, ni con su entorno natural, de tal forma un niño que no juega estando en compañía de otros niños, es un niño que se aísla del desarrollo completo de todo su organismo.
La escuela por lo tanto debe ser un recinto de vivencias y encuentros en donde la lúdica sea lo esencial. El juego controlado, el premio y el castigo, el encierro en un aula de clase son factores fundamentales aun en la escuela de hoy y que no obstante siguen entorpeciendo el desarrollo de la libertad. Porqué seguimos teniendo miedo a la libertad?
El concepto de lúdica trasciende la idea del juego y el ocio como simples momentos de diversión; la imaginación, la risa, el movimiento, la curiosidad, la duda son los detonantes esenciales para el aprendizaje y la creación; en el juego sucede la idea de transformar, componer y agruparse; las relaciones con el otro obligan al niño a asumir un rol determinado, al hacerlo adquiere propiedad consigo mismo lo cual le otorga seguridad y confianza para caminar su vida, se empodera de sí mismo. Allí en ese encuentro de rol sucede un universo muy complejo que teje con firmeza la vida de las sociedades, por el contrario si se le impide asumir roles diversos, no comprenderá cómo asumir su relación con los otros haciéndose dependiente de determinadas circunstancias. Allí se gesta la pérdida de libertad. La dependencia, el miedo al rechazo y a tomar decisiones propias.
Pensamos con frecuencia que el adulto debe volverse más serio y responsable al tiempo que ponemos en oposición la risa a la seriedad, y el juego a la responsabilidad, cuando deben ser complementarios, se educa al niño hacia la dualidad. Su naturaleza humana le indica reír, pero la estructura sistémica le enseña a callar al mismo tiempo.
La Disciplina es vista en ese contexto como la verdad a imponerse en el proceso de educarse. ¿Qué es lo que consideramos importante y trascendental en la vida de un individuo y de una sociedad?
La lúdica no es propiamente un instrumento, es más bien un estado que provoca en el ser placer y complacencia por la vida misma puesto que le permite reafirmarse como existencia.
Un ser lúdico puede jugar su vida como la imagina o la sueña porque no restringe, ni reprime su deseo, cuando deja de jugarse entonces nos volvemos demasiado serios al punto de considerar la vida como una rutina inevitable en la cual hay que sobrevivir y nace el CONFORMISMO.
Si se piensa en libertad se piensa en la lúdica de manera vital como núcleo central del aprendizaje.
La lúdica es creación, quien crea transforma y propone, no se conforma y encuentra la necesidad de liderar su propio caminar. Todo ser vivo necesita la lúdica, el universo mismo necesita la lúdica para fluir. Es movimiento corporal, emocional, espiritual, mental; es Acción. Manifestación de la expresión natural del ser en la relación con el otro y en el encuentro con su universo interior. Cómo lograr que esa acción sea plena y en equilibrio para el ser humano y su contexto; deber ser la preocupación constante de la pedagogía.
La educación de las masas es el problema fundamental de los países en desarrollo, una educación que, liberada de todos los rasgos alienantes, constituya una fuerza posibilitadora del cambio y sea impulso de libertad. Sólo en la educación puede nacer la verdadera sociedad humana y ningún hombre vive al margen de ella. Por consiguiente, la opción se da entre una “educación” para la “domesticación” alienada y una educación para la libertad – Paulo Freire.
No sólo el niño sino todo ser vivo necesita del goce y de la provocación para reír, gritar, saltar, correr, llorar, e incluso sufrir; sólo exteriorizando y dejando fluir las emociones y las ideas podríamos hablar de un ser humano sano, autónomo y transformador. La lúdica es un camino no para llegar allí, sino para estar allí.
Un ser lúdico es un ser creador, capaz de encaminar el conocimiento y producir nuevos aprendizajes. Es urgente replantear prácticas y tendencias tradicionales en nuestra EDUCACIÓN. Cuando se le cohíbe a un ser humano su movimiento natural se amarra, se condiciona y pierde el control de su expresión hasta olvidarla. En recompensa por este olvido se le enseña la disciplina de la quietud y el conocimiento para la mente. ¿Y dónde quedan los sentidos?
Una escuela debería ser un recinto constante de experiencias lúdicas. Un recuerdo, una sensación, el movimiento corporal, una lectura, una palabra que se escucha, una reflexión, una caminar en silencio, un poema, una canción… pueden llegar a ser detonantes que provoque la comprensión y el conocimiento tras el desarrollo creativo de un instante.
Es posible aprender de manera significativa si la escuela es un encuentro de vivencias. El aprendizaje se logra desde las distintas sensibilidades, y cada individuo fluye en su proceso creativo. Allí la disciplina deja de ser un castigo para convertirse en un deseo propio de avanzar. Autonomía.
Mientras nuestra educación se siga fundamentando bajo el premio y el castigo, la lúdica será siempre el premio y el aprendizaje un castigo. Se requiere hacer de la escuela un recreo constante de vivencias y juegos, en donde siempre se avance en experiencia sin competencia y sin pérdida. La lúdica propicia la libertad, la investigación y la necesidad de transformar en colectivo.
Una educación para la vida es aquella en donde el encuentro con el otro propende siempre por el desarrollo de su propia autonomía. Por lo tanto es necesario llevar a la práctica acciones lúdicas que permitan el desarrollo de aprendizajes significativos hacia la libertad del ser. Esto implica que la libre expresión y la autonomía crítica sean objeto de análisis permanente.
Una escuela pensada para la libertad y el encuentro creativo, para el desarrollo del pensamiento crítico; para la diversión y el descubrimiento; para la risa y la felicidad. Sin duda esa sería una escuela de la vida.
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