Publicado hace 2061 días
Artículo publicado por la participante Laura Vanessa Sanchez en el 1º Concurso de Artículos Docentes Grupo Geard Colombia
El estudio de la motivación en los últimos años ha dado mucho de qué hablar, esto debido a su gran relevancia en las diferentes áreas de la sociedad actual, como pueden ser el sector académico, laboral e incluso la vida cotidiana.
Esto debido a su importante papel como determinante en cuanto a la orientación de las acciones y hacia qué objetivos van dirigidas.
Autores como Santrock (Citado en Naranjo, 2009, P.153) han definido la motivación como: un conjunto de razones por las que las personas se comportan de las formas en que lo hacen, ya sea intrínseco o extrínseco.
Las teorías de la motivación resultan eficientes para intentar explicar por qué las personas hacen lo que hacen, permitiendo así, aprender sobre naturaleza humana, emociones, creatividad, desarrollo de intereses, etc. (Reeve, 2010).
Además, en la actualidad, es usual observar tareas sin hacer, alumnos centrados en sus celulares, otros durmiendo, y como si fuera poco, solo son unas pocas uvas del ramillete las que participan.
Pero, ¿Qué es lo que está pasando? es una pregunta que muchos hacen y pocos se atreven a contestar.
Ocurre que se hace evidente cada vez más que la motivación posee influencia sobre el pensamiento del estudiante y por consecuencia en los resultados del aprendizaje.
El aprendizaje es un proceso donde participan múltiples factores, es decir que la práctica activa de un profesor como único factor influyente no es suficiente en el proceso de aprendizaje del estudiante.
Para Ajello (Citado en Naranjo, 2009) la motivación es la razón que mantiene la ejecución de aquellas actividades que resultan significativas para el individuo.
Desde el plano educativo, la motivación debe verse como la disposición hacia el aprendizaje y su consecución de forma autónoma.
Sin embargo, el sistema educativo no proporciona estrategias de aprendizaje dirigidas a incentivar la motivación de los estudiantes. Cámara (2007) postula que “nadie aprende si no lo que quiere aprender“(p21).
Si no se tiene en cuenta las necesidades de los estudiantes y su interés particular para crear un puente entre los objetivos de aprendizaje, sólo se logrará que su único objetivo sea una calificación.
Siguiendo con esta línea, en el proceso de enseñanza influyen; tanto los factores personales, como aquellos socioambientales, que en conjunto plantean un sistema interactivo (Navaridas, 2002, citado por Rodríguez, 2006).
El sistema educativo actualmente se encuentra cuarteado debido a la unidireccionalidad dada, es decir sólo enfatiza en los objetivos y en la consecución de logros extrínsecos, como pueden ser las notas, método por el cual los planes de estudio escolar se rigen.
Debido a esto, es necesario promover la bidireccionalidad, donde se tengan en cuenta las necesidades del estudiante, unificando así los motivos intrínsecos y extrínsecos.
En un estudio realizado en la Universidad de Castilla-La Mancha con una muestra seleccionada de 621 alumnos, 239 de primer curso y 382 de cuarto curso del Grado de Maestro en Infantil y Primaria en la Facultad de Educación de Albacete, se les aplicó el cuestionario CEAM II, en donde se concluyó que en los diferentes centros de educación se les debe presentar a los estudiantes las estrategias de aprendizaje que permitan motivar a estos de manera intrínseca, además de la satisfacción de las necesidades del conocimiento. Lo que fomentará la utilización de técnicas de estudio por parte de los estudiantes y un método tanto de enseñanza y evaluación que apunten a estas mismas. (Rojas, Rojas & Hernández, 2015).
Además, el alumnado debe sentirse competente, es decir, que tiene un locus de control interno o, dicho de otra forma, que tiene control sobre sus acciones, que es autónomo, que se encuentra involucrado en la tarea que se lleva acabo, en donde se refleje las posibilidades de dominar y obtener un buen rendimiento (Rojas, Rojas & Fernández, 2015).
Lo descrito anteriormente es un reforzador para el estudiante debido a los factores que actúan sobre él, como la satisfacción de las necesidades de competencia, debido a que las personas desean tener interacciones de manera eficaz con su entorno, y dicho deseo se extiende a los diversos dominios de su vida como en el ámbito educativo cuando se presenta la posibilidad u oportunidad de acrecentar habilidades y talentos.
Observar los estilos y tipos de motivación a la hora de abordar y diseñar los planes educativos es de suma importancia. (Carretero, 2004, citado por Rodríguez, 2006,).
Para poder mantener el interés del alumnado, se debe aprovechar la energía del estudiante para sentirse capaz y orientado hacia el logro de metas.
Es indispensable que desarrolle de manera voluntaria, lo que se espera que haga y que potencie sus aptitudes para que alcance la meta deseada.
Así, cuanto más capaz se sienta un alumno de desarrollar una actividad, más motivado estará para persistir en ella, a su vez, que tendrá la sensación de éxito o de mejoría y le ayudará a mantenerse motivado (Hernández, 2005).
Sin embargo, el sistema educativo no se encuentra encaminado a la potenciación de aptitudes y por ende al desarrollo de las actividades de manera voluntaria por parte de los estudiantes, sólo siguen orientados hacia la adquisición de conocimientos y a una visión simplista de la personalidad. (Madrid et al.,1993).
La motivación puede surgir por medio de dos procesos: extrínseco e intrínseco.
La educación actual, se basa en modelos de motivación extrínseca, que a la larga no son más que momentos fugaces que engañan.
La motivación extrínseca arraigada en el estudiante se produce cuando el motivo para estudiar es solo la necesidad de aprobar el curso, o cuando el estímulo no guarda relación directa con la materia desarrollada (Campanario, 2002, citado por Hernández, 2005).
Por otro lado, cuando un estudiante tiene una motivación intrínseca, está motivado por la vivencia del proceso, más que por los logros, lo que proporciona que estudie por el interés que le genere el material, lo cual puede ser la autorregulación cognitiva, la independencia y autodeterminación, cualidades evidentes del sujeto. Así según (Raffini 1998, citado por Hernández, 2005).
Al adicionar la motivación intrínseca se opta por realizar un trabajo por la simple gratificación de realizarlo sin tener un reforzador como puede ser la calificación.
Otro aspecto para analizar son los enfoques en los que se deben dirigir los procesos escolares, para obtener así un mayor rendimiento académico en las diferentes áreas.
El enfoque de enseñanza debe estar dirigido hacia la socialización, dado a que las competencias comunicativas, como lo son la escritura y la expresión oral, comprenden mayor necesidad dentro del contexto actual.
En el estudio realizado por Pitchard, (1952, citado en Hernández, 2005) se encontró un alto índice de correspondencia entre la sociabilidad y los resultados de expresión oral, se pudo concluir que la socialización retroalimenta el vocabulario del estudiante, impulsando sus competencias comunicativas.
Es decir que, los estudiantes “tímidos” o “poco activos” de las aulas clases, pueden llegar a desarrollar menor retroalimentación en su vocabulario, además, de otras habilidades importantes para la socialización.
En un informe realizado por OCDE Future Directions for Learning Environments in the 21st, se estableció que el aprendizaje no solo se da de una manera introspectiva, es decir, al interior de los individuos, por el contrario, este es el producto de la interacción con el entorno, de ahí se descompone la importancia de evaluar estos contextos para poder estimular la adquisición de conocimiento. (Semana, 2017).
Además, las necesidades fisiológicas y sociales de los estudiantes son de vital importancia en el proceso de aprendizaje, es decir, al no ser satisfechas difícilmente su interés será la adquisición de conocimiento.
Las necesidades fisiológicas, se relacionan con los aspectos básicos del ser humano como lo son la alimentación, dormir, entre otros.
Es indispensable que estas necesidades se satisfagan para que se facilite la construcción de conocimientos y de aprendizaje. Mientras que, según Hernández (2005) retomando el trabajo de Abarca (1995) Afirma que las necesidades sociales o secundarias, nacen a partir de las relaciones con otros individuos, con la cultura del lugar, la familia, etc., y se convierten en un aspecto importante a considerar mayormente en el desarrollo de la vida juvenil.
Carolina Lopera, funcionaria de investigaciones de las ICFES, realizó un estudio donde encontró que el nivel socioeconómico de los estudiantes, el cual arroja diferencias alimenticias y las satisfacciones de las necesidades básicas, explica por lo menos el 20% de la varianza en el puntaje obtenido en las pruebas de estado.
“Aparte de esto hay unos factores en el hogar que nos ayudaron a entender cómo el contexto incide en los resultados académicos de los estudiantes” (Semana, 2017).
No se puede esperar que un niño que no ha ingerido un bocado en todo el día obtenga el mismo rendimiento que otro estudiante con sus necesidades correctamente satisfechas.
El decaimiento del rendimiento escolar tiene consecuencias negativas, tanto en las calificaciones como en la autoestima de los estudiantes.
El estudiante incluso puede llegar a desarrollar la percepción de situaciones como algo hostil y amenazador porque corre el riesgo de desarrollar o mantener trastornos ansiosos (Bell-Dollan, 1995, citado en Jadue, 2001)
Los problemas motivacional-afectivos son frecuentes en algunos alumnos y son atribuidos a las deficiencias del modelo educativo, como el uso incorrecto de la dimensión afectiva por parte del docente y la institución, constituidos por la indefensión y la desesperanza aprendida (Alfonso, 1992. Citado en Jadue, 2001)
La indefensión es un patrón de comportamiento en el cual los estudiantes atribuyen el éxito escolar a causas externas, variables y fuera de su control. Presentándose también, estimas negativas.
Por momentos, afirman que sus capacidades son deficientes, entre ellas están la inteligencia, memoria, capacidad para resolver problemas, etc.
Su participación académica se ve afectada negativamente dependiendo de la frecuencia en que se presentan ocasiones en que fracasan. (Jadue, 2001)
La desesperanza aprendida consiste en que el alumno, independientemente de sus logros académicos, experimenten una constante sensación de fracaso.
Los estudiantes que manifiestan problemas motivacional-afectivos perciben cualquier dificultad como un fracaso indicativo de sus escasas e insuperables habilidades. (Jadue, 2001).
Los altos niveles de ansiedad pueden reducir la eficacia del aprendizaje, debido a que disminuyen la atención, la concentración y la retención, llevando consigo el decremento en el rendimiento escolar.
Cuando el estudiante es muy ansioso, presenta dificultades para poner atención, distrayéndose con facilidad.
A medida que procesan información, no organizan ni elaboran adecuadamente los materiales y presentan inflexibilidad para adaptarse a los procesos de aprendizaje. Jadue, (2001) afirma a partir de sus estudios que los estudiantes con un desempeño académico regular poseen un nivel superior de ansiedad en comparación a los estudiantes distinguidos, los cuales manejan de forma adecuada la ansiedad, por tal razón no repercute en su desempeño.
El docente debe tener en cuenta que el alumno, siente la necesidad de proteger su autoestima (Hernández, 2005), pero si los objetivos de aprendizaje se encuentran descontextualizados, se genera en cierta medida una discrepancia entre las motivaciones en el aula y las que el mundo fomenta dando como resultado la frustración, educando así a personas con inclinaciones a poca tolerancia a la frustración.
La tolerancia a la frustración permite manejar aquellas situaciones en donde se experimenta impotencia, debido a un obstáculo que impide alcanzar un logro, o lo que se desea en determinado momento, Es decir enfrentar adecuadamente una situación que no resulta como se desea. (Reeve, 2010).
Es importante buscar experiencias que generen sentimientos de orgullo y de satisfacción en los estudiantes. Se deben ofrecer comentarios positivos para ayudar a focalizar su atención en las características individuales para asumir la responsabilidad de sus acciones (Hernández, 2005).
El docente debe saber que el alumno necesita la posibilidad de explorar opciones; recibir comentarios positivos de sus fortalezas y debilidades, que permitan un análisis reflexivo que den la oportunidad de cuestionarse, sobre su forma de trabajo.
Así, la posibilidad de integrar los elementos de estudio intrínsecos en el análisis del éxito o fracaso escolar, podrían dar como resultados procesos eficientes cuando se localiza la ubicación de intereses, necesidades, componentes motivaciones, contexto adecuado y recursos, permitiendo que se complementen en un proceso totalmente subjetivo ya que el individuo mismo protagoniza este fenómeno interactivo, social y fisiológico donde la correspondencia proceso motivacional puede ser interferido por factores totalmente externos a la realidad educativa (Hernández, 2005).
Es una realidad que el sistema educativo se basa en modelos encaminados a la motivación extrínseca, donde se enfatiza en la consecución de notas y logros académicos, promoviendo en el estudiante un aprendizaje mediocre enfocado en “pasar el curso” sin embargo, es de suma importancia recalcar que, el sistema no es el único ente encargado.
El estudiante no puede ser un ente pasivo ante esta situación, ya que se debe preparar para un futuro laboral y las demandas del medio, las cuales los sistemas educativos posiblemente pasan por alto.
La satisfacción de las necesidades de los estudiantes ya sean básicas o psicológicas son un pilar dentro del desarrollo de un modelo educativo motivacional, ya que esto podrá permitir que el estudiante sea capaz de focalizar su atención en las demandas educativas.
Dentro del campo educativo es pertinente tener en cuenta los problemas motivacionales, afectivos y de autopercepción de cada estudiante, los cuales son patrones conductuales originados desde su infancia, donde las personas perciben sus fracasos como insuperables, puesto que consideran que carecen de habilidades.
Por lo tanto, un objetivo importante que debe perseguir el ámbito educativo es lograr que el estudiante establezca una relación de la motivación con el aprendizaje, debido a que “la motivación activa dirige y mantiene la conducta hacia las metas educativas que este se propone” (Naranjo, 2009, p. 168).
Además, es importante alcanzar el suficiente grado de motivación para que el estudiante desarrolle la disposición para aprender y lo continúe realizando por su propia cuenta, por gusto y con la finalidad de su crecimiento personal y académico.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de grupogeard.com
Foto por Samuel Zeller on Unsplash
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