Publicado hace 2010 días
Artículo escrito por el participante Camilo Andrés García Alzate en el 1º Concurso de Artículos Docentes Grupo Geard Colombia
“La meta principal de la educación, es crear hombres que sean capaces de hacer cosas nuevas no simplemente de repetir lo que otras generaciones han hecho; hombres que sean creativos, inventores y descubridores. La segunda meta de la educación, es la de formar mentes que sean críticas, que puedan verificar y no aceptar todo lo que se les ofrece”.
Jean Piaget.
La práctica pedagógica permite tanto al maestro como al estudiante, indagar de una forma reflexiva el proceso de enseñanza y aprendizaje el cual, determine las condiciones favorables y facilite una efectiva interacción con el objeto de estudio.
Es posible esto, cuando el maestro despierta la curiosidad y el anhelo de conocer más al estudiante, ya que a medida del tiempo va adquiriendo una estructura cognoscitiva avanzada y se responsabiliza por sus acciones.
De ahí, nuestra reflexión sobre teorías como el conductismo, cognitivismo y constructivismo tiene pertinencia al ahondar los fines educativos, por tanto la interrelación de sus concepciones nos permite profundizar el nivel de desempeño del maestro y el estudiante, partiendo que las conductas originadas por estímulos y respuestas, dependen del grado de actuación del individuo y el enriquecimiento de sus experiencias (construcción de sentidos originada por el contacto de la realidad) para asumir repeticiones o resultados en el acto de aprendizaje. Al respecto García Martínez & Fabila Echauri (2011) afirman que:
“De cada perspectiva se desprenden una variedad de enfoques que tratan de explicar la manera en que el ser humano selecciona, adquiere, asimila y sistematiza la información que recibe y la transforma en conocimientos que le son útiles en su diario vivir” (p. 3).
Es así que, nos evoca mencionar el condicionamiento que relaciona el estímulo con la respuesta en los actos de aprendizaje; Ribes (citado en Peña Correal, 2010) define el concepto de condicionamiento como “una herencia del mecanicismo y del asociacionismo” (p. 126) en el cual, el comportamiento humano atraviesa ciertos condicionamientos, clásico y operante, expresados por los psicólogos como Iván Pavlov o John Watson, quienes “establecieron que toda acción sigue una consecuencia” (Seelbach González, 2012, p. 62)
A modo de ilustrar un poco el condicionamiento y el bagaje de las teorías del aprendizaje desde las prácticas educativas, incluimos a nuestra reflexión la película, “La Sociedad de los Poetas Muertos” ( Weir, 1990); podemos ver una institución y el desenvolvimiento de personajes entre ellos padres, maestros y autoridades dispuestos a todo, menos a romper las reglas que han seguido por años; también un conjunto de estudiantes con diferentes potencialidades de pensar y sentir, además un maestro de literatura dispuesto a proporcionar a sus alumnos el goce de la literatura, la libertad de pensamiento.
La institución tiene el nombre: La Academia De Welton, la que tenía cuatro postulados: “Tradición, Honor, Disciplina y Excelencia”.
El alcance de estas premisas tenía unos propósitos muy rígidos para los estudiantes cumplir. El desempeño de ellos, indicó reprimir sus sueños, seguir ordenes, respetar la autoridad, perder el significado de cada momento de su vida y tener una rutina que los inscribía muchísimo a no salir de lo común. Hasta el punto que, los estudiantes sentían miedo, timidez e inseguridad de sí mismos, ya que la sumisión a sus padres y autoridades de la Academia no los dejaba tener libertad para elegir y ser como deseaban.
Es evidente, el imperante condicionamiento clásico acompañado de principios tradicionales, que busca provocar respuestas automáticas y condicionadas desde el estímulo, en el cual los postulados de la institución generalizan o discriminan las prácticas educativas, originando el forjamiento de un individuo irreflexivo, es decir, aquel no responde a nada más que lo propuesto (estímulo) por el ente educativo, llamado institución, maestro o padres de familia.
De igual forma, en dicha película percibimos ciertos patrones obedientes al condicionamiento operante, el cual promueve una conducta crítica del estudiante, interviene su respuesta al brindarle motivos de asociación y motiva la reflexión de consecuencias para la vida personal.
Al mismo tiempo, un maestro llamado Keating llega a la institución con el objetivo de romper los esquemas del pensamiento formal y de la presión de este sistema educacional autoritario, represivo y conservador; él inicia su primera clase silbando, saliendo del salón y buscando otros espacios; los estudiantes quedaron sorprendidos pues, las clases siempre eran en las aulas.
De ahí que, los métodos didácticos empleados por el maestro Keating se vieron reflejados en cada una de sus clases hasta el momento que las autoridades, específicamente el señor Nolan le dice a Keating: “el programa está probado que funciona tradición – disciplina. Prepárelos para la universidad y lo demás se soluciona solo”.
Sin embargo, no sólo la academia imponía autoridad, sino que en cierto nivel, los padres compartían sus ideas; esto lo podemos observar en la actitud fría y seria del padre de Neil ante su hijo, pues él es una persona temerosa y sumisa a su presencia. Esta actitud de respeto no quiere decir que él esté de acuerdo con su padre y sus órdenes como abandonar la redacción de la revista, dejar de actuar e irse de Welton, no importando sus sueños y sus deseos; razón última por la que Neil decidió quitarse la vida, porque no podía cumplir lo estipulado por su padre.
Finalmente, esta película nos permite visualizar ciertas características de los condicionamientos existentes y plantearnos una pregunta, ¿hasta qué punto favorece a los actores educativos seguir aplicando el modelo tradicional, condicionamiento clásico? Al hacer un intento de responder este interrogante, Peña Correal (2010) realimenta la idea de comprender la teoría conductista como un campo de investigación abierto, que no desconoce las premisas esbozadas, planteando lo siguiente:
“El conductista del Siglo XXI debe ser eso: alguien que, siendo fiel a la necesidad de rigurosidad, de control experimental, de formulación de teorías consistentes busque nuevos horizontes para comprender y explicar mejor la conducta de los organismos, y específicamente la conducta humana” (p. 130).
No obstante, la teoría del conectivismo propuesta por George Siemens valora la importancia del conductismo, el constructivismo y el cognitivismo, al afirmar que el aprendizaje es continuo, dependiendo de los intereses del estudiante, quien está invitado a vivir los pensamientos de orden superior, los cuales cambian de acuerdo su interacción social e intercambio cultural. Además, podemos referirnos a una producción y transformación de los conocimientos, que tiene en la cuenta, la vinculación entre la información nueva y la que ya posee el sujeto de aprendizaje (Ausubel).
“El aprendizaje puede residir fuera de nosotros, está enfocado en conectar conjuntos de información especializada, y las conexiones que nos permiten aprender más tienen mayor importancia que nuestro estado actual de conocimiento.” (Siemens, 2004)
De esta manera, el maestro procura despertar la necesidad de conocer sin producir saturación de información al estudiante, para que él adquiera paulatinamente un pensamiento cada vez cimentado y posteriormente lo utilice haciendo sus propias hipótesis.
Es vital importancia, entender la educación no como “remedio milagroso”, sino que desde su función social, favorece la estructuración privilegiada de la persona y la sociedad, dirigiendo sus objetivos al desarrollo, reconocimiento de la condición y la responsabilidad de cada ser humano. La educación, según Delors (1994), “debe permitirle tomar conciencia de sí misma y de su medio ambiente e invitada a desempeñar su función social en el trabajo y la ciudad” (p. 6).
Por tal motivo, la educación tiene que ir acompañada del progreso a nivel económico y social; que enseñe a cada sujeto los medios para aprovechar sus oportunidades y potencialidades intelectuales, mediante el conocimiento y la experiencia.
Además, favorecer la formación de una cultura personal, que apoye la comprensión al otro en sus particularidades y por ende el carácter de comunidad tenga relevancia, pues permite que el conocimiento tenga aplicación en los diferentes campos de la actividad humana (la salud, el medio ambiente, la producción de bienes y servicios).
Entonces, la educación no tendría un carácter privado sino un modelo activista, que dirige su intencionalidad a formar un sujeto durante toda la vida, dispuesto a llevar a cabo propósitos como crear proyectos comunes que den soluciones inteligentes o pacíficas; promover capacidad de juicio, responsabilidad, el gusto y placer de aprender; fortalecer la autocrítica.
“Y, a esto le agregaríamos que también necesitamos estudiantes capaces de adaptarse para funcionar bien cuando las condiciones óptimas no existen, cuando las situaciones son impredecibles y las tareas requieren un cambio, cuando los problemas están desordenados y mal formulados y las soluciones dependen de la inventiva, la improvisación, la discusión y la negociación social.” (Ertmer & Newby, 1993)
Por otra parte, los fundamentos teóricos postulados por el cognitivismo y el constructivismo gozan de vital importancia, pues proponen que las prácticas pedagógicas no deben ir direccionadas a una “transmisión” de conocimiento, sino favorecer la interacción entre estudiante-maestro-sociedad con uno de tantos objetivos como es construir humanidad.
Todos los estudiantes que un maestro guía, siempre van a ser diferentes el uno del otro, porque cada uno es movido por una curiosidad y un deseo de saber distinto. Sin embargo, es el maestro quien hace en su acción pedagógica, que sus estudiantes desde las aulas aprendan la convivencia en comunidad y las normas, pues será evidente el reconocimiento que, son sujetos en formación continua pertenecientes a una sociedad. De acuerdo con Gagné (citado por Coloma, 2000)
“al docente le corresponde diseñar acciones didácticas como son estimular el recuerdo, motivar, promover la transferencia, proporcionar retroalimentación, provocar respuestas y evaluar el proceso”.
Así que, el maestro debe guiar sus prácticas con propósitos concisos, de modo que los estudiantes renueven su conocimiento y despierten el interés para descubrir el porqué de la cosas en su entorno, fomentar el ansia y la alegría de conocer, buscando comprender lo que hay más allá del objeto de conocimiento propuesto.
En última instancia, el saber específico, en nuestro caso lengua castellana, debe permitir al estudiante interactuar en sí mismo y con la sociedad para que afiance su responsabilidad personal y disfrute la posibilidad de una educación para la vida en sociedad. En palabras de Magallón (2006), esa opción
“deberá ser el principio regulativo del acto educativo, porque se educa para la vida, pero en la vida misma”.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de grupogeard.com
Gracias por fomentar esta clase de diálogos sobre pedagogía y docencia; un ámbito de reflexión permanente
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QUE BIEN ESTAS INFORMACIONES GRATUITAS. GRACIAS
Estimada Matilde, gracias por su comentario, estamos para servirle.