La función de la placenta y el papel de la pedagogía parecieran no ser un tema de fácil relación metafórica. Es precisamente esa aparentemente lejana coincidencia, la que se pretende abordar en este corto ensayo.
La placenta, esa cápsula de meticulosa elaboración natural, alberga, protege y propicia las condiciones ideales para anidar la vida. Aunque la relación de ésta y la gestación de muchos seres vivos es particularmente esencial, la exploración que se adopta aquí, ilustra cómo, éste órgano biológico construye con precisión arquitectónica las condiciones habitacionales donde se fundan las complejas relaciones que posibilitan el potencial físico y sicológico del ser humano.
Por su parte, la escuela crea las condiciones para albergar, proteger y propiciar los desarrollos cognitivos, así como los saberes sociales y culturales que fundamentan las bases de los progresos científicos, tecnológicos y artísticos.
Pero, cómo pueden entonces las dos tejer los hilos conceptuales que ayuden a comprender algunas aproximaciones en la definición de la pedagogía placenta? La respuesta será brevemente abordada en los párrafos siguientes.
La placenta es una palabra proveniente del latín cuyo significado podría traducirse como ‘torta circular’. Su origen tiene explicación en el desarrollo de células tanto del espermatozoide como del óvulo que se conjuran para dar albergue a la evolución del feto. De apariencia viscosa y de aspecto poco estético, mide alrededor de 25 cm de diámetro y un grosor aproximado de 2,5 cm. Su peso se calcula en alrededor de medio kilogramo. Aunque la duración de este órgano es relativamente efímera, pues se desarrolla a partir de la segunda semana del embarazo y perdura durante todo el periodo de gestación, la misma es expulsada y desechada al momento del nacimiento del bebé. Se acomoda en la cara interna del útero y el flujo de comunicación entre madre y feto se propicia a través de la sangre. Además de ser un vínculo afectivo suple las necesidades de respiración, nutrición y excreción del feto.
Semejante trascendencia para la fertilidad de la vida no podría pasarse por desapercibida. El cosmos de la inteligencia física y emocional del ser humano se gesta en esta nave de tejido impermeable. Su naturaleza es sencillamente perfecta en términos de cooperación madre-hijo. Permite el tránsito de oxígeno, grasas, glucosa, además de aminoácidos. Elimina desechos y purifica la sangre. Genera hormonas que aseguran el preciso desarrollo del proceso de gestación. Informa correctamente al sistema inmunológico de la madre para proteger al organismo en gestación. Frena sustancias nocivas tales como virus, bacterias o parásitos, entre otras. Ofrece un ambiente acuoso ideal, seguro y placentero, y regula hasta los cambios de temperatura.
Aunque sus cambios mas significativos se propician hasta el 4 mes de embarazo, sobre todo en lo que tiene que ver con su aumento de tamaño, a partir de ahí entrará en un período de disminución de su función aunque a ritmos muy leves, hasta el último mes de gestación, cuando su capacidad de cápsula mágica espacial se irá deteriorando. Unos minutos antes del parto sus funciones han claudicado y al momento mismo del alumbramiento se convierte en desechos de tejido sencillamente. Algunos le atribuyen propiedades particulares y convierten parte de su riqueza nutricional en aplicaciones cosméticas de belleza. Pero su ciclo biológico ha finalizado.
¿Qué relación podría resultar entre la función de la placenta y la trascendencia de la escuela? ¿Cómo se puede hacer aproximaciones conceptuales acerca de la pedagogía placenta?
La palabra pedagogía, procedente del griego, podría traducirse como la guía de los niños. La escuela ha sido históricamente concebida como uno de los espacios donde tal relación se posibilita y donde se preparaban las condiciones para el largo trasegar de la vida social y cultural de los seres humanos. Si bien es cierto, a diferencia de lo que ocurre en la placenta, que el niño que ingresa a la escuela se encuentra aparentemente físicamente y emocionalmente formado, parte fundamental de su desarrollo tendrá mucho que ver con la función que ésta cumpla a la hora de propiciar los saberes sociales, culturales y científicos. Si en la placenta la relación madre-hijo alcanza niveles de perfecta cooperación, el binomio maestro-estudiante alcanza las mismas dimensiones en la escuela. Es esta cápsula mágica el sitio de albergue, de protección y de gestación de formas alternativas de comprender la realidad, de relacionarse en sociedad y de sublimar los sentidos y el espíritu a través de las artes, por ejemplo. La escuela tiene, entonces, la función de hilar con supremo cuidado las complejas operaciones mentales que propician el conocimiento, la reflexión crítica y la proclamación de la libertad.
La forma como se atenúan las relaciones de conocimiento al interior de la escuela ha sido tema de permanente búsqueda a lo largo de la historia. Diferentes tendencias pedagógicas han explorado en las últimas décadas la forma como se podría ponderar la condición de aprender. Desde posturas trascendentales del aprendizaje significativo y las bases del constructivismo (Ausbel, 1983); inteligencias múltiples (Gardener, 1983); la pedagogía crítica (Freire, 1982, 2006; Giroux, 2003), entre muchas otras, han explorado la transformación de la teoría y la práctica de la pedagogía y la forma cómo ésta permea los saberes en el seno de la escuela. No puede negarse que los educadores en todos los rincones del mundo intentan rastrear posibilidades mas trascendentales para lo que se aprenda en la escuela. Si la placenta cumple la función de albergar, proteger y propiciar la vida en gestación durante el tiempo que dura el embarazo, el método placeta plantea favorecer estas relaciones como ciclo fundamental de apropiación del conocimiento espontáneo. La escuela abriga el deseo y motivación por aprender dentro del lapso germinal, pero es el estudiante quien tiene que generar su propia condición emancipadora. La placenta le brindó con celo meticuloso las condiciones de sobrevivencia pero estas se deterioran y una vez cumplido el ciclo, cada uno estará listo y preparado para continuar el viaje con independencia.
El método placenta tiene que ser entendido como una profunda revisión de las posiblidades de la escuela, sus saberes, sus compromisos, sus prácticas y sus postulados teóricos. A continuación replico algunos de los fundamentos que convergen en el sueño pedagógico de materializarlo como una posibilidad real de la escuela colombiana en particular y la escuela latinoamericana en forma mas general.
El método placenta:
- Pretende el desarrollo del conocimiento propio y emancipado
- No busca la verdad ya que el conocimiento desvirtúa el concepto de verdad
- Deslegitima la ciencia como proceso absoluto e incorpora otros métodos de adquisición de significado
- Defiende el carácter político del acto educativo
- Fomenta la distribución del poder en el aula, compartiendo el poder con el estudiante
- Elige los contenidos pensando en el estudiante
- Considera la tecnología como herramienta central
- Alienta el desarrollo del conocimiento propio
- Evita la certeza en el conocimiento
- Promueve docentes que están siempre estudiando nuevos y renovados modelos educativos
- Considera al estudiante igual al profesor
- Demuestra un alto grado de confianza en los estudiantes
- Trata bien a todos los estudiantes no solamente a los buenos
- Evita el exceso de tensión y ansiedad pues éstas dificultan el aprendizaje
- Busca el compromiso por aprender sin amenazas
- No confunde con lenguaje especializado sino que al contrario utiliza un lenguaje familiar para los estudiantes
- Reconoce que si los estudiantes no aprenden, se fracasa como profesor, así los estudiantes saquen calificaciones altas
Repensar la escuela y abrir la posibilidad para que el binomio maestro-estudiante consoliden expresiones reales de cooperación y sintonía pareciera resolver el interrogante planteado al comienzo de este escrito frente a la relación metafórica entre la placenta la función de la escuela. Esta última está sin duda llamada a gestar el placer por aprender. Su función es temporal y ser capaz de germinar y nutrir la pasión por el aprendizaje es parte fundamental de su razón de ser. Cuando el proceso se ha gestado, al igual que la placenta, se debe considerar que su ciclo ha terminado. Emancipar el desarrollo del ser que alberga debe ser entonces condición biológica y racionalmente entendible.
Leave a Reply
Want to join the discussion?Feel free to contribute!