Homenaje a mis tiernas niñas, quienes me enseñan a olvidar que tengo una mano de hierro, pero que le han puesto un guante de seda para aislar a una maestra desconocida.
Usualmente las situaciones nos enfrentan a emociones como la ira, la alegría, los miedos, la tristeza y hasta la misma ansiedad de saber qué pasa por el mundo de aquel que vemos y guarda motivos de una historia que no quieren contar.
Cada niña es un relato que susurra cada mañana cuando se encuentra alrededor de paredes institucionales y que en algunas ocasiones no pueden comprender porque el mundo no es perfecto según su fantasía soñadora de querer ser feliz.
En el transcurso de cada día, la educación quiere formarlas para que sean “ciudadanas ejemplares” donde brinden todas sus capacidades para servir en una sociedad llena de desinterés por la distinguida ética moralista que ya ni su presencia está representada en el hogar de muchas.
Aquella efímera ética desempeña el desarrollo moral del ser y ha sido debilitado por la valoración de notas calificativas, que solo demuestran que la vida está llena del “sabor competitivo de ganar” o el hecho de establecer que “el fin justifica los medios”.
Por ello, llegan con sus materiales de estudio, que en su mayoría no quieren ser utilizados porque en ellos no se ve la realidad de sus vidas, ya que escribir no les apetece, debido a la “absurda información” que no quieren aceptar porque existe el reflejo de la agonía que atormenta su niñez, solo por el hecho de entender que será un juguete académico, con un contenido que transmitirá una maestra desconocida y asalariada por varios meses y que mientras pasa el tiempo está creciendo como un ser disfuncional, al no percibir el encuentro de una voz que le llame por su nombre, sin necesidad del listado alfabético.
Un preliminar áulico es imaginar un saludo y un abrazo contagioso que no recibió de su familia educativa, y más bien un grito desesperado, ocasionado por el desorden que surgió por un “rostro desfigurado como una uva pasa”, que representara el eje temático de la frustración de la maestra desconocida para soportarla por extensos y lentos minutos, que se añora fueran consumidos por la campana o el timbre del descanso.
Se camina por los pasillos y no se contempla ninguna de las creaciones coloridas e infantiles que identifica una niña, sino el particular envejecido de los tres colores (blanco, azul y/o verde) de los diseños adultos que son iguales a las cárceles.
Por consiguiente, en el descanso que se inicia en la mitad de la jornada, siempre se observa desde lejos, una tertulia con el humo caliente que sale de una taza de café, que hace que aleje a todas de jugar, reír y divertirse o compartir hasta una dolorosa pena que no sabe cómo salir a la luz de aquella niña que solo quiere ser escuchada.
Y, como olvidar los suspiros porque la ganadora de notas siempre será felicitada y la “descalificada” se sentirá sin ánimos de alcanzar el objetivo porque la “actitud reprobada” está latente y la persigue porque no encuentra motivación que la impulse con palabras que nadie se ha preocupado por inculcar:
Esfuérzate un poco más y puedes alcanzar todo lo que te propongas, si tomas la decisión de hacerlo.
Nunca dejes de intentarlo, estas diseñada para vencer y ser feliz.
Ama en todo tiempo, sin saber cuál será tu recompensa ya que su precisión es infinita.
Por consiguiente la despreocupación genera el desafío de no quedar perplejo por la montaña de tareas que solo tendrán un fin: sentir la soledad transmitida por “San Google” donde el “corte y pegue” se convirtió en una excelente herramienta de la pereza investigativa.
Sin embargo, lo paradójico es la revisión de las mismas, ya que desde allí, no se muestra la responsabilidad y la diferencia de cada una, cuando la calificación tiene “un chulo de color rojo” que significa “creo que lo vi”…
¡Vaya, vaya! Cuanta falacia, sin considerar que la sequía es evidente en cada niña, que si quieren aprender a soñar pero sin dejar de jugar.
Nadie les enseña de cómo enfrentar la vida, de cómo amar y ser amadas y sobretodo como distinguir entre el perdón y la reconciliación e incluso los principios que se establecen para ser una futura esposa y madre, sin lastimar al núcleo familiar para una mejor sociedad.
El compromiso de saber sentir sus lágrimas y sus razones de vivir escasean en cada maestra desconocida, cuando la enseñanza es ejecutada de manera tradicional, implementada durante años para ser máquinas de trabajo y conseguir el método laboral para conseguir un recurso sostenible, como una jubilación que ya nadie tendrá y que los pocos que la logran obtener han envejecido, enfermado y muerto sin tener la oportunidad de sonreír a sus verdaderos sueños.
Cuando se emprende un proyecto con cada niña, se edifica bases que potencialicen el verdadero sentido de la vida, a pesar de que cuando lloran es porque lo que perciben son las rutinas o castigos militares que conllevan al incremento de la curiosidad para salir de casa y experimentar la sensación de ser adultas y llamar la atención en cualquier lugar donde se relacionen.
Por lo tanto, existe un aliciente que es considerado la mejor de las estrategias pedagógicas y se llama: vocación.
Ella identifica un futuro con esperanza para el contenido que quiere ser impregnado para toda la vida y unida con un guante de seda que caracteriza el amor.
Teniendo en cuenta lo anterior, convertirá un carácter transformador de niñas facilistas a mujeres heroínas para una sociedad consumista, que se olvidó de los valores morales y la verdadera construcción de lo que es felicidad.
Por medio de la vocación personal, se genera un interés especial para que todas creen su propio sueño inclinando a servir a los demás, sin tener una mirada selectiva y eliminar la discriminación en procura de hallar una eficaz inclusión.
Cada pensamiento es el testimonio ocular de cada niña que se atrevió a llorar o sonreír y encontró a una amiga que tenía la mano llena de hierro oculta con un guante de seda.
Con ello, sobrepasó los hilos de confianza y amor para cada una de ellas, donde con nudos en la garganta expresaban perturbaciones, impotencia y frialdad en el corazón por el tiempo que deja ver el sufrimiento de madres y padres que padecen por el sistema de ofrecer materialismo y no el calor humano que llena todo vacío existencial y que evitaría la exposición de cada niña al abuso y maltrato que solo dibuja una huella imborrable nublando el brillo de sus ojos.
Debido a la ideología de una maestra desconocida su dedicación será impartir conocimiento e impedir el enriquecimiento de la enseñanza, cuando cada mano es levantada para brindar la más innovadora y creativa participación del pensamiento. Y con ello, construir la dirección correcta de lo que es la exquisita pedagogía.
La calidad de educación se conecta con el valioso ser de oportunidades que representa un guante de seda, para nunca dejar de ser como una niña, que demuestra la más hermosa pureza y tiene muy presente que jamás quisiera ser como una condecorada maestra desconocida y asalariada.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de grupogeard.com
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