Nos levantamos todos los días con decisiones que debemos tomar: qué ropa ponernos, qué desayunar, ¿voy a gimnasio o duermo una hora más? o ¿qué ruta de bus debo tomar?
Y lo más probable es que nos sintamos agotados emocionalmente al final del día, la sola idea de tomar otra decisión es agotadora.
Pero no es la falta de café o de sueño, el culpable es la fatiga por decisión.
¿Qué es la fatiga por decisión?
Es la idea de que nuestra fuerza de voluntad y capacidad para tomar buenas decisiones se deteriora después de un período prolongado de toma de éstas.
En pocas palabras, es la disminución de energía y enfoque que experimentamos después de tomar demasiadas decisiones.
Nos sentimos agotados y aunque nos guste tener opciones, tener que tomar demasiadas decisiones en un corto período de tiempo puede llevarnos a escoger la menos conveniente.
Por ejemplo: estás en el supermercado y necesitas comprar lo necesario para hacer la comida o la cena de hoy. No sabes qué vas a preparar ni qué ingredientes necesitas. Pasas por la carnes, decides que quieres pollo, ahora ¿qué corte?… tanta opciones… Y esto es lo que pasa por tu cerebro: ¿Cuál es el corte más saludable, pero éste sabe más rico, éste no lo tengo que adobar, ¿qué adobo escojo?, ayyy también necesito una ensalada o pan o papas…BOOM, llegas a tu casa con una pizza congelada para hacer en el horno.
La fatiga por decisión, es diferente de la fatiga física.
No somos conscientes de que estamos cansados, pero tenemos poca energía mental.
Cuantas más decisiones tomemos durante el día, más difícil será para nuestro cerebro y, finalmente, éste se rendirá y buscará atajos, una recompensa más inmediata
Nuestro cerebro entonces hará que que tomemos la decisión más rápida, la más conveniente y tal vez la menos óptima.
¿Qué podemos hacer sobre la fatiga por decisión?
Debemos buscar formas de contrarrestar los factores que influyen en la fatiga por decisión, desde proteger nuestro enfoque y fuerza de voluntad hasta asegurarnos de que nuestros niveles de energía sean altos durante el día.
1. Establece rutinas diarias que minimicen la toma de decisiones
Desde el momento en nos despertamos hasta que nos vamos a la cama, todas las decisiones que tomamos afectan nuestra fuerza de voluntad. Cuantas más decisiones tomemos, más agotado mentalmente nos sentiremos.
En cambio, cuanto más decisiones automaticemos, más energía podremos ahorrar para las cosas importantes.
Cuando tienes una rutina, eliminas la necesidad de decidir qué harás en ese momento.
Por ejemplo, si siempre comienzas la mañana haciendo ejercicio o meditando, seguido por un desayuno que ya tienes escogido, tu mente no tendrá que decidir qué hacer cuando te levantes cada mañana, solo harás tu rutina en piloto automático.
Tener rutinas nos ayudan a deshacernos de pequeñas decisiones al convertirlas en automatizaciones.
No malgastes tus decisiones en cosas que pueden ser automáticas.
2. Disminuye tus opciones
Muchas de las decisiones que tomamos diariamente son tan pequeñas que ni siquiera nos damos cuenta que las tenemos que tomar.
Por ejemplo, decidir qué ponernos, qué comer y qué leer, son todas decisiones.
Y todo se complica más cuando tenemos muchas opciones. Como humanos, queremos tener opciones pero no queremos tener que elegir.
¿Cuándo minimizar nuestras opciones y tener qué elegir? Puede empezar por comer el mismo desayuno o almuerzo todos los días, pedir el mismo café, usar el mismo estilo de ropa todos los días, esto gracias a millonarios y famosos como Steve Jobs o preparar parcialmente tu comidas con anterioridad.
3. Planea tu tiempo con «time-blocking»
Puedes maximizar tu tiempo y limitar tus decisiones utilizando «time-blocking«.
Un ejercicio simple de productividad en donde lo único que necesitas es un calendario.
Es la práctica de programar todo tu día, incluyendo el tiempo de estudio, los proyectos de trabajo y el tiempo personal.
Al comprometernos con anticipación con una tarea específica, estamos estableciendo prioridades y plazos para nosotros mismos, dejamos que nuestro calendario sea el líder, de esta manera no tenemos que pensar en qué debemos hacer a continuación o en qué concentrarnos.
4. No tomes una decisión cuando estés cansado o hambriento
Puede parecer un consejo obvio, pero el hambre está científicamente vinculada a su deseo de tomar decisiones impulsivas.
Para evitar tomar malas decisiones, especialmente cuando se trata de asuntos importantes, reconoce tu nivel de energía.
Si estás demasiado cansado, trata de decidir el día siguiente.
Si tienes demasiada hambre, come algo antes de hacer esa llamada o escribir un correo importante.
Recuerda, una buena noche de sueño y una buena nutrición también son importantes para agudizar nuestras habilidades de toma de decisiones.
Reflexiones finales sobre la fatiga por decisión
Si la cantidad de veces que cambiamos entre sitios web y aplicaciones a lo largo del día dice algo, es que nuestras vidas se han llenado cada vez más de decisiones pequeñas.
Mantenernos ocupados tiene un precio.
La fatiga por decisión puede ser una de las muchas razones que nos han impedido desarrollar buenos hábitos y rutinas diarias en el pasado.
Una vez que seamos consciente de cómo nos afecta y entendamos cómo superarla, podremos tomar las medidas necesarias para mantenernos coherentes con nuestros hábitos diarios.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!