El secreto del éxito para tener un día productivo es que éste comienza desde la noche anterior.
Una rutina matutina es importante, estamos de acuerdo. ¡Pero no es suficiente!
Necesitas una rutina nocturna también.
Un ritual que te permita terminar el día, prepararte par el siguiente y estar listo para una noche de descanso.
Porque lo que haces por la noche, no sólo afecta la forma como terminas el día, sino tus hábitos de sueño y obviamente, el día siguiente.
1. Haz que «estar desconectado» sea una prioridad
Termina aquellas actividades que estimulan tu mente como el trabajo, responder a correos electrónicos, las redes sociales e inclusive la televisión, por lo menos 2 horas antes de irte a la cama.
Trata de desarrollar una rutina que funcione para ti y que conduzca a tener una noche relajante.
Leer un libro, tomar una ducha, escuchar música o practicar meditación pueden funcionar.
2. Aprende de tu día
Aunque hayas tenido el día perfecto, dedica 5 ó 10 minutos para revisarlo y aprender de lo que pasó.
Comienza por reflexionar sobre los logros del día, aunque creas que son pequeños, darse una palmadita en la espalda de vez en cuando no está mal.
Celebrar los triunfos pone las cosas en perspectiva y nos anima para el día siguiente.
Igualmente, si cometiste algún error o fuiste improductivo por cualquier razón, examina lo que ocurrió y aprende de ello.
Responder a preguntas como: ¿Qué pasó hoy?, ¿cómo puedo mejorarlo?, ¿qué “no” pasó hoy?, ¿cómo puedo asegurarme de que este problema no vuelva a ocurrir? te ayudará a reflexionar sobre tus hábitos, tanto sobre los que debes cambiar o fortalecer, como los que debes seguir construyendo.
Este también, es un buen momento para perdonar.
Perdonar a todos aquellos que hicieron que tuvieras una mala experiencia o te “ofendieron” durante el día: alguien grosero en el supermercado, una persona de servicio al cliente que no te ayudó, un compañero de trabajo enojado, etc.
Ocurrió, no fue un gran problema, reconócelo, haz las paces con ello, sigue adelante.
También perdonarse a sí mismo.
Mientras estamos revisando nuestro día, es probable que nos encontremos con momentos en los que no nos desempeñamos de acuerdo con nuestras propias expectativas.
Usa este momento para reflexionar sobre lo que salió mal, mirar cómo puedes arreglarlo o evitar que vuelva a ocurrir, aprender de él y continuar.
En lugar de reflexionar sobre todas las frustraciones del día, simplemente perdona, a quienes te hicieron daño y a ti mismo.
A punto de acostarse no tienes control sobre lo que pasó y no puedes hacer nada al respecto.
3. Define tus metas para el día siguiente
Tómate otros 5 minutos y define las dos metas más importantes para el día siguiente.
Nada puede ser tan frustrante como comenzar un nuevo día sin un plan de acción. Nos mantiene distraídos y disminuye nuestra productividad.
Pregúntate ¿qué quiero hacer mañana? ¿Qué quiero lograr mañana?
Esto te dará una idea clara de lo que debes hacer al día siguiente, te orientará hacia las cosas que necesitas lograr en lugar de responder a las necesidades de los demás y tendrás una visión clara de cuál deberías abordar primero.
Al planear la noche anterior, la mente inconsciente y subconsciente trabajarán para generar ideas y soluciones, incluso mientras duermes.
Cuando despiertes tendrás una meta definida y sabrás exactamente cuáles deberían ser los resultados, por lo que no perderás tiempo averigúandolo.
4. Comienza a crear el hábito de la relajación
La relajación es un hábito como cualquier otro y como tal hay que formarlo, volverlo automático y habitual.
A medida que un hábito se va formando podemos identificar tres elementos.
La señal o lo que hace que se origine el hábito. Por ejemplo: son las 2 de la tarde, estoy en la oficina y cansado.
El comportamiento en sí: voy por una galleta y un café.
La recompensa, aquello que nuestro cerebro apetece: experimentar un poco de energía por el azúcar y la socialización que trae consigo salir de la oficina.
Lo mismo podemos hacer para crear nuestro hábito de relajación.
Comenzar por crear una señal, por ejemplo, son las 10 de la noche y es hora de acostarse.
Definir nuestro comportamiento, la secuencia de acciones que harán parte de la rutina para antes de ir a la cama: ponerse la pijama, cepillarse los dientes, poner a cargar el celular, dejar lista la ropa para mañana e ir a la cama.
Finalmente, la recompensa: sentirse relajado listo para dormir.
Al repetir esto una y otra vez, tu cerebro comenzará a asociar tus acciones con la recompensa que tanto quiere, y será más fácil ir a la cama relajado.
¿Por qué es importante formar el hábito de la relajación?
Habrá días en que las cosas no van de acuerdo con el plan. Un día en que llegaste tarde del trabajo, un evento familiar, una llanta desinflada en el camino de regreso. Cosas por la cuales sea difícil desconectarse de lo que ha pasado.
Pero, por muy tenso que estés, tan pronto como comiences a realizar tu rutina, tu cerebro dirá «hmm, ya sé qué hacer, es hora de relajarse», empezarás a cepillarte los dientes, a realizar tu rutina y tu cerebro inmediatamente comenzará a relajarse.
Al estar relajados, podemos dormir mejor y descansar, lo que a su vez conduce a que tengamos un día más productivo.
Conclusión
Desconectarse y decidir cuándo termina nuestro día, aprender de lo que hicimos, decidir qué es lo que queremos hacer y hacer de un hábito la relajación es es comienzo para un día más productivo, el siguiente.
¿Tienes algún otro consejo para un rutina nocturna? ¿Crees que es importante? Cuéntanos en los comentarios.
ESTOY muy triste, no PUEDO ACCEDER AL CURSO DE ASCENSO.
Hola Gladys, se refiere a nuestro curso virtual ECDF?