En la ardua tarea de docente que vengo impartiendo por más de 35 años en el magisterio y en una de las II.EE. ubicada en Collique (Comas) con niños y niñas de 6 a 7 años, puedo dar fe que, en cada nueva generación que he ido conociendo, he visto reflejado lo complejo que es el ser humano desde que ingresa al mundo en todas sus etapas.
Para ser puntual, ubicaré este artículo en una de ellas: la infancia, sin limitaciones de raza, de origen –sea este nativo, criollo o mestizo– todos los niños con sus diferentes, niveles y ritmos.
De ellos, puedo afirmar que tienden a ser receptivos, observadores y exploradores por excelencia. Sus niveles de investigación y de cuestionamiento sobre diversas situaciones hicieron que mi labor de docente tuviera sentido y, de esta forma, genere nuevos caminos en búsqueda de una educación para la vida.
El hallazgo de situaciones similares en el desarrollo y/o crecimiento personal de estudiantes de estas edades lo iba encontrando en cada nueva generación que ingresaba a mis aulas de los primeros grados: las mismas debilidades, niños dependientes, padres demasiado permisivos y sobre protectores.
Esto generaba en sus menores hijos gran dependencia, inseguridad y –con mucha pena– puedo afirmar que sus reacciones ante cualquier eventualidad eran lentas, con pocos reflejos (en su mayoría).
Al tomarles mayor atención, consideré usar fichas de observación y de diagnóstico, las cuales arrojaron los siguientes resultados: mis estudiantes provenían de familias disfuncionales y, en especial, de padres bastante jóvenes con hijos únicos.
Mi tarea se hacía algo más compleja: tenía que elaborar mis planes y programas enfocados a la solución de estos problemas.
Inicié con el desarrollo de las mismas, a las que definí como “CRECIENDO EN AUTONOMÍA”.
Aclaro que, en su inicio, fueron tomadas solo en las horas de Tutoría, desde un punto de vista más personal como actitudes frente a situaciones con dificultades que se les iban presentando en su día a día.
Todo esto lo fui expresando a través de las sesiones de clase que elaboré usando los siguientes títulos:
“Ya puedo vestirme sin ayuda”; “Puedo ir a los SS.HH. solo”; “Qué fácil es atarse los zapatos”; “Forro mis libros y cuadernos”
También consideré, para una segunda etapa, los pequeños Proyectos que les permitían desarrollar otras actividades que desarrollarían hábitos como: “Debo de mantener limpios mis espacios” y “Pongo en su lugar cada cosa que cojo”.
Finalmente, puse en juego actividades que desarrollen conductas y/o actitudes como: “Aprendo a tomar pequeñas decisiones”; “Reconozco mis errores y aprendo de ellos”; “Aprendo a controlar mis impulsos” y otros que se fui creando según las circunstancias.
Cada uno de estos temas fue tomado como nombre a cada proyecto en acción que elegí por días, semanas y meses.
Estos proyectos irían –según mi pronóstico de maestra– curando el “mal” durante el inicio, proceso y término de los mismos.
Cada proyecto fue trabajado con prudencia, basado en el interés y necesidad de los estudiantes, tomando en cuenta los aspectos que exige el currículo, proporcionando el desarrollo de sus capacidades físicas y mentales y rescatando siempre hechos relevantes y experiencias significativas.
Para desarrollar estos proyectos, fue necesario realizar reuniones previas con las madres y/o padres de familia, llevándose a cabo actividades programadas que se desarrollarían tanto en el hogar como en la escuela en un tiempo determinado.
Las competencias, capacidades y/o desempeños se desplegaron en las diferentes áreas de aprendizaje, con el fin de lograr obtener éxito en sus estándares. Al término de cada proyecto, se realizó una evaluación para medir el nivel de logros y reprogramar las actividades que debían reforzarse.
Luego de este arduo proceso, recomiendo el desarrollo de actividades autónomas desde la infancia; así como, ir aumentando el grado de dificultad de cada una según las etapas de vida. Como resultado, obtendremos –sin lugar a duda– personas más seguras, con autonomía, autoestima y asertividad en la toma de decisiones.
Como maestra, siento placer de haber pasado por esta Experiencia significativa el haber obtenido grandes logros.
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