De tanto ahorrar en educación, nos hemos hecho millonarios en ignorancia.
– Quino
Para nadie es un secreto los niveles de calidad educativa que ostenta nuestra educación nacional con respecto a otros países del mundo, y aunque nos duela decirlo no se ejecutan acciones concretas y planificadas, que trasciendan y/o se sostengan en el tiempo y nos lleven a solucionar este gravísimo problema. A nuestro modesto entender, la razón fundamental resulta ser, lo que nuestro gran Amauta José Carlos Mariátegui, repetía hace más de 80 años y que tiene plena vigencia en la actualidad: “El problema de la enseñanza no puede ser bien comprendido al no ser considerado como un problema económico y como un problema social. El error de muchos reformadores ha residido… en su doctrina exclusivamente pedagógica. Sus proyectos han ignorado el íntimo engranaje que hay entre la economía y la enseñanza y han pretendido modificar ésta sin conocer las leyes de aquella…”. (Mariátegui, J. 1925)(1)
Definitivamente, lo fundamental al abordar el tema de la calidad de la educación, es el aspecto presupuestal, es decir cuánto se invierte en ella -no cuánto se gasta. Es nuestro interés explicar la “irresponsabilidad” -por decirlo de alguna manera- de los sucesivos gobiernos en el país, al abordar el tema de la educación y su financiamiento; es cierto, no se puede soslayar el hecho del problema pedagógico propiamente dicho: currículo, metodología docente, capacitación, entre otros; indudablemente hay responsabilidad de los maestros en esta situación, esto no se puede negar; sin embargo, los encargados del estado, han vendido –y siguen vendiendo- la idea que los principales responsables de estos resultados, son los maestros y su incompetencia, su falta de preparación, su mediocridad, sus huelgas, etc., sin embargo es necesario recordar: “…para mejorar la calidad de la educación hay que empezar por mejorar la contratación, la formación, la situación social y las condiciones de trabajo del personal docente,…” INFORME DELORS – UNESCO 1999.
Es inconcebible desde todo punto de vista que mientras en nuestros países vecinos Latinoamericanos y caribeños, se han incrementado considerablemente los presupuestos del sector educación en relación con su PBI, siendo el promedio de 5,0%; el Perú, según el estudio realizado por Pulso Social de América Latina y el Caribe 2016: realidades y perspectivas, está considerado como el país que ocupa en América Latina y el Caribe, el penúltimo lugar en presupuesto para educación; sólo encima de Republica Dominicana. La UNESCO (2014), en el Informe de Seguimiento de la Educación para Todos: “Enseñanza y aprendizaje: Lograr la calidad para todos”(2), menciona que con un gasto público en educación del 13 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), Cuba es considerada como el país que tiene la mejor educación de esta parte del mundo, eso se refleja en los resultados a nivel de SERCE, y en cuántos estudios internacionales se realizan; además, la educación es totalmente gratuita, estatal y universal; acompañada no sólo de materiales y equipamiento sino de programas de salud, nutrición, recreación, entre otros. Del mismo modo el caso de Finlandia a nivel mundial es semejante. Es fácil entender, entonces, dónde está la clave del desarrollo educativo de un país, de la que nuestros gobernantes no quieren darse cuenta. No cabe la menor duda de que existe una relación directamente proporcional entre inversión en educación y calidad educativa o resultados de rendimiento académico. Parece que la conclusión es clara: “…país que no invierta en educación y en investigación quedará condenado al fracaso en la naciente sociedad del conocimiento”. (De Zubiria, J. 2001)(3)
Es necesario tener presente, en tal sentido, algunos datos con respecto a la evolución en nuestro país: Del presupuesto para el sector educación en relación al PBI: año 2000: 2,3%; 2005: 3,0%; 2010: 3,2%; 2012: 3,0%. (Guadalupe, C. y otros. 2017)(4). Asimismo, el 2015: 3.7%; 2016: 3,8%; 2017: 3,7%; 2018: 3,7% (MEF. MMM. 2017-2019). Si bien es cierto se refleja un ligero incremento en estas dos décadas, ello no es suficiente; vale recordar lo pactado el año 2002, en el Acuerdo Nacional firmado por los partidos políticos peruanos en el cual se iba a aumentar el presupuesto educativo en 0,25% del PBI cada año hasta alcanzar el 6% del mismo, ello refrendado en la R.S. N° 001-2007-ED, que aprueba el Proyecto Educativo Nacional: “…incremento sostenido del presupuesto educativo hasta alcanzar no menos del 6% del PBI el año 2012, estableciendo una secuencia de crecimiento anual que así lo permita”. (PEN, 2007, pág. 96)(5). Han pasado doce años de ello y se sigue esperando; queda a la ciudadanía en general, sus organizaciones y los maestros en particular buscar los mecanismos adecuados para hacer cumplir esos compromisos, por el bien de la educación en nuestro país.
A modo de conclusión podemos mencionar que, recursos económicos para invertir en la mejora de la calidad en educación los hay y bastante; nuestro país ha acumulado grandes reservas durante éstos últimos años de “bonanza económica”, “crecimiento sostenido”, lo que no existe es voluntad política de mejorar la educación. Actualmente, las reservas en el Banco Central de Reserva a marzo 2019, se estima en: 209 463 millones de soles. (BCRP-estadísticas), pero se sigue otorgando solo “migajas” para el sector. Por último, una extraordinaria reflexión de Mario Bunge: “… si los recursos son escasos hay que aumentarlos, un gobierno que se proponga seriamente hacer progresar al país va a invertir mucho más en educación y salud pública que en armamento o burocracia… se trata de redistribuir los recursos que ya existen”.
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